Arma de doble filo
"Para saber si alguien te ama de verdad, déjale libre. Si vuelve, entonces sabrás que te ama. Si no lo hace, es que tal vez nunca lo hizo." Una afirmación parecida se leía en muchas carpetas y agendas en el instituto, en plena adolescencia. Esa edad que es un hervidero de desequilibrios, contrastes, descubrimientos, emociones a flor de piel, montañas de un grano de arena, y que aún no estoy seguro de haber superado o si algún día lo haré. Una frase aparentemente ñoña que yo creo que es cierta al menos en parte.
Cuando no existen reglas o normas, la gente tiene total libertad. Sin embargo, es difícil de medir la libertad de cada uno, porque la de uno tiende a empezar donde termina la de otros si no se tiene a los demás en consideración. En un mundo sin reglas es donde se ve realmente quién merece la pena, quién te respeta porque te respeta o quién lo hace porque no es libre de no hacerlo.
La libertad es un poder/derecho/don/concepto abstracto e indefinido que conlleva responsabilidad para con los demás. Darle libertad a una persona para que se vaya y ver si realmente vuelve a ti es muy arriesgado, pero la recompensa puede ser grandiosa. Corres el riesgo de no volver a verle, pero para mí no hay alternativa. Coartar la libertad de alguien y limitarle a que permanezca a tu lado es matarle su esencia, un signo de inseguridad y, además, terriblemente atrevido y sobretodo muy costoso en términos de energía vital, tiempo y paciencia. O las personas deciden permanecer a mi lado, o mejor no tenerles cerca. "Eres libre de irte. (Me harás feliz si vuelves.)"
Cuando no existen reglas o normas, la gente tiene total libertad. Sin embargo, es difícil de medir la libertad de cada uno, porque la de uno tiende a empezar donde termina la de otros si no se tiene a los demás en consideración. En un mundo sin reglas es donde se ve realmente quién merece la pena, quién te respeta porque te respeta o quién lo hace porque no es libre de no hacerlo.
La libertad es un poder/derecho/don/concepto abstracto e indefinido que conlleva responsabilidad para con los demás. Darle libertad a una persona para que se vaya y ver si realmente vuelve a ti es muy arriesgado, pero la recompensa puede ser grandiosa. Corres el riesgo de no volver a verle, pero para mí no hay alternativa. Coartar la libertad de alguien y limitarle a que permanezca a tu lado es matarle su esencia, un signo de inseguridad y, además, terriblemente atrevido y sobretodo muy costoso en términos de energía vital, tiempo y paciencia. O las personas deciden permanecer a mi lado, o mejor no tenerles cerca. "Eres libre de irte. (Me harás feliz si vuelves.)"
2 comentarios:
Ya estoy de vuelta!
Jeje. Bueno, tú nunca te has ido muy lejos. Pero bueno es saberlo :-)
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