El clavo
El viernes 8 de Junio estaba desesperado y muy decepcionado tras esperar durante una semana una confirmación que nunca llegó para vivir en una casa que me cautivó y tras haber visitado otras 8 casas más. Quería mudarme sólo una semana después y aún no tenía nada seguro. Al final tomé una decisión; no merecía la pena seguir buscando. Días antes ví una buena opción y decidí que ese era el lugar. Llamé a Samuel, el "dueño" del alquiler de la casa entera, que como siempre me dijo muy amigable que las 18:00 del día siguiente sería una buena hora para pasar a hablar con él. Cuando terminé la conversación y colgué el teléfono, ya con la tranquilidad en el cuerpo, eché un último vistazo al periódico elelctrónico por si mi oportunidad se publicaba ese día y yo no lo sabía. Total, era viernes por la tarde y no tenía planes para el sábado hasta las 18:00 así que, ¿por qué no mirar alguna casa más? Si no había nada interesante ya tenía segura la de Samuel.
Vi las mismas opciones de siempre, diferentes pero las mismas al fin y al cabo. Sólo me llamó la atención una por una simple razón: está a 2 minutos de Samuel, así que sólo iré si me dicen que puedo concertar la visita a las 17:30. Llamé, aunque odio llamar porque me cuesta mucho entender el inglés por teléfono. Me contestó un tipo con acento extranjero, algo muy normal en Oxford sobretodo si te pones a buscar habitación en casa compartida: "Cuando vengas pregunta por Xavier, es un nombre en francés, creo que en español es Javier, ¿verdad?". Concerté la cita a las 17:30 como quería para pasar a las 18:00 por la otra casa.
Llegué y no había timbre así que golpeé la puerta. Me abrió un tipo bastante joven, estudiante probablemente. "Hola, venía por lo del alquiler de la habitación que vi en internet. ¿Tú eres Xavier?". El tipo sonrió y me dijo que no, que él era Dan, pero que le llamaría a Xavier porque no estaba en ese momento. "Dice que viene de camino. Pasa y si quieres te enseño todo esto". Vi una casa muy acogedora y hogareña que me gustó. Dan me mostró el baño, cocina, salón... y me indicó cuál era la habitación disponible, su habitación y las de las otras dos personas de la casa: Sam y Xavier. Entonces bajamos al salón y empecé a charlar con Dan. Xavier por fin llegó y pude conocerle. La primera impresión fue muy buena, y cuanto más hablaba con él y con Dan (que nos dejó pronto) y más miraba alrededor, más me gustaba la idea de vivir allí. Realmente esa casa era un hogar, no una simple casa de alquiler. Incluso el tiempo se me pasaba rápido y lamenté haber dejado sólo media hora para ver aquel lugar antes de ir a casa de Samuel, a quien iba a visitar con la idea de cofirmarle que viviría con él... Pero no pensé renunciar a la casa en la que estaba en ese momento y que tanto me gustaba: acepté vivir en ese hogar. Xavier me dijo que le parecía bien, que él me encontraba apropiado para vivir con ellos, pero que tendría que pensarlo un poco y, lógicamente, consultarlo con las otras dos personas. De esta manera, quedamos en que al día siguiente, domingo, yo le llamaría por la noche para escuchar su decisión. Entonces me dirigí a casa de Samuel para pedirle sólo un día más de espera, y éste me lo concedió amable y comprensivamente.
Aquel sábado por la noche estaba nervioso y me sentía estúpido. Después de tanto mirar y recorrer, cuando ya estaba todo hecho y decidido, quise complicarme la vida mirando una casa más y esperando un día más con la tensión de saber si me aceptarían o no donde yo quería. Me acordé de un montón de cosas que no dije en la entrevista y que me gusta que la gente sepa de mí. Le mandé un mensaje al móvil a Xavier dándole la dirección del anuncio que yo puse en internet para buscar habitación y le dije que si me daba una dirección de correo electrónico podía enviarle además algunas referencias profesionales. Yo quería realmente vivir allí y haría lo que fuera con tal de mostrar mi interés real. Él me contestó con otro mensaje: "No te preocupes. A mí me gustaría que te quedes con la habitación". Eso me tranquilizó; era una buena señal. Me fui a la cama con la calma relativa porque al menos al día siguiente ya sabría definitivamente dónde viviría. Tenía dos opciones: una muy buena y otra excelente.
El domingo transcurrió normalmente aunque cierto nerviosismo me recorría el cuerpo de vez en cuando. Incluso Chao y Vanessa, que veían cómo lo estaba pasando, estaban expectantes por saber en cuál de las casas de las que les había hablado viviría finalmente. A las 21:00 cogí el teléfono porque esa era la hora a la que le dije a Xavier que le llamaría. Me extrañó ver una llamada perdida suya realizada a las 18:00. ¿Eso era una buena o una mala señal? Le llamé y lo que me dijo fue: "Te he llamado a las 18:00 porque a esa hora ya lo tenía decidido. Después de hablar con Sam y Dan, los tres hemos pensado que estaríamos muy contentos si vienes a vivir con nosotros. Si te parece bien, puedes venir mañana y hablamos de nuevo". Colgué. Me alivié. Me tranquilicé. Me alegré. Me relajé. Entonces escribí aquella entrada en este blog.
Dan tiene 17 años y Sam 14; son hermanos. Xavier es su padre. Estaba convencido en aquel momento y lo estoy cada día mas: eligiendo este hogar para vivir he dado, de pleno, en el clavo.
3 comentarios:
El éxito consiste en vencer el temor al fracaso.
Charles Augustin Sainte-Beuve
LLANERA SOLITARIA
Hola Rafa: Me alegro mucho de que estes tan contento con la elección que hiciste y estoy segura de que ellos también se alegran de tenerte como inquilino, de hecho creo que tienen suerte de que seas precisamente tú el que ocupa la habitación de arriba porque como compañero de piso eres bastante bueno, haces poco ruido, no te quejas mucho y no das demasiado la lata ja ja ja. Bueno que de verdad me alegro y espero que deje llover por ahí a ver si con tanto caer agua te no vas a encoger y a volverte chiquitín.
Estoy de acuerdo con esa frase de monsieur Sainte-Beuve. Me ha gustado, me la apunto. Muchas gracias Llanera Solitaria. Sigue aportando cosas así de interesantes, por favor.
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