Decepción
Mi última visita a Vitoria ha sido casi un rotundo fracaso. Ha entrado de lleno en el patetismo, rozando lo dramático y grotesco. He pasado 4 días de mierda sólo salvados por la compañía de mi familia, especialmente los miembros más pequeños, mis sobrinos y sobrina. Pero por lo demás, mejor hubiese sido quedarme en casa, en Frankfurt (sí, "casa" es Frankfurt ahora, definitivamente). El miércoles volé ya enfermo, bastante enfermo, con fiebre, dolor de cabeza, infección de garganta y (¡oh sorpresa!) una infección de oído de la que sólo fui consciente cuando empecé a sentir que el oído izquierdo me iba a reventar de un momento a otro al comenzar el descenso para el aterrizaje. Lo único positivo es que sólo fueron 20 o 25 minutos. Estaba tan mal que fui directo al médico del aeropuerto mientras mi pobre hermana esperaba fuera en el coche pensando en dónde andaba yo si el vuelo ya había aterrizado y no llevaba equipaje facturado.
Ese mismo día por la tarde no podía hablar, ni comer, ni tan siquiera dormir. Perfecto. Justo lo que nunca hago cuando voy a España, ¿sabes? No podía salir a la calle a pasear y ver MI ciudad, ni ver la tele, ni mucho menos quedar con mis amigos. Así estuve hasta el sábado al mediodía, cuando al menos salí un poco. No puedo quejarme del tiempo soleado y templado que hizo, perfecto para caminar por la parte vieja de la ciudad, que además estaba de mercado mensual (y yo soy mucho de un mercadillo callejero). Luego por la tarde pude asistir a la fiesta de cumpleaños de mi sobrino, principal razón por la que viaje. Y el domingo al mediodía, vuelta a Frankfurt tras unas frustrantes mini-vacaciones. El sábado, por cierto, también hizo 5 años desde que me marché de casa sin saber que ya no iba a volver. Pero esa es otra historia; casi otra vida ya.
Ese mismo día por la tarde no podía hablar, ni comer, ni tan siquiera dormir. Perfecto. Justo lo que nunca hago cuando voy a España, ¿sabes? No podía salir a la calle a pasear y ver MI ciudad, ni ver la tele, ni mucho menos quedar con mis amigos. Así estuve hasta el sábado al mediodía, cuando al menos salí un poco. No puedo quejarme del tiempo soleado y templado que hizo, perfecto para caminar por la parte vieja de la ciudad, que además estaba de mercado mensual (y yo soy mucho de un mercadillo callejero). Luego por la tarde pude asistir a la fiesta de cumpleaños de mi sobrino, principal razón por la que viaje. Y el domingo al mediodía, vuelta a Frankfurt tras unas frustrantes mini-vacaciones. El sábado, por cierto, también hizo 5 años desde que me marché de casa sin saber que ya no iba a volver. Pero esa es otra historia; casi otra vida ya.
2 comentarios:
¿Sabes que la exposición sobre la Green Capital la está haciendo mi empresa?
Un saludo y mejórate.
Pues no... ni siquiera sabía que había una exposición. Espero que esté en buenas manos y se muestre algo bonito e instructivo.
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