Yo estuve en 2014, y sobreviví
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Tras un tumultuoso 2014 que ha acabado con mis huesos en el paro, en una escuela y en otra ciudad, ha llegado un 2015 que tampoco me va a proporcionar estabilidad. Ahora estoy en eso de ver si consigo calmar al toro, porque lo tengo agarrado pero aún puedo salir volando. La idea de tomarme un año sabático aprendiendo alemán es buena pero necesita continuidad para ser la mejor y no convertirse en una pérdida de tiempo y de dinero (y acabar por ahí hostiado). De hecho, esas son mis dos obsesiones ahora: el tiempo y el dinero. Cada vez tengo más canas en la barba, menos pelo en la cabeza y menos euros en la cuenta corriente... Pero aún me quedan pelos y euros, ssí que no creo que prestar atención a unas obsesiones tan absurdas ahora mismo sea una buena manera de tomarme la vida. Ha llegado el momento de empezar a prestar atención al siguiente paso, que vendrá antes de arruinarme y quedarme calvo.
Para que todo esto tenga sentido, necesito encontrar una motivación, una razón para seguir. No basta con ir a la escuela a aprender alemán y estar el resto del tiempo tan ricamente contando las flores a los lados del camino. Necesito fijar la mirada en algo e ir a por ello, dándolo todo, y pasar olímpicamente de las flores; incluso del camino si no me lleva adonde quiero. No sería la primera vez que agarro el machete y me pongo a cruzar la jungla salvaje (cagadito de miedo, vale, ¡pero con un machete del copón!). Es por eso que hace ya semanas que he empezado a mirar las posibilidades de estudiar algo más en Alemania, mi primera opción aunque no descarto otras. Para ello, necesito alcanzar un nivel excelente para Septiembre. Podría quizá incluso permitirme esperar hasta Abril de 2016, pero ahí entran en juego las dos obsesiones que tengo: ese tiempo y ese dinero. Estoy de acuerdo en que no deben ser lo que guíe mi vida pero, por desgracia, sí que tengo que tenerlas presentes. Sobretodo la del dinero... En el mejor de los casos, puede que esté incluso más de 3 años sin trabajar hasta que consiga terminar unos estudios y encontrar una fuente de ingresos después. Y para entonces ya tendré 36 años (siendo optimistas), más sal que pimienta en la barba y ni un euro.
Así que, de momento, la vista está puesta fija en Septiembre. Si paso el examen de idioma, podré tener acceso a estudios superiores en este país de bebedores de cerveza y comedores de salchicha que tanto me gusta. Si no, estaré jodido, no habré controlado al toro y acabaré lanzado por los aires, corneado y sin gloria. Veremos lo que pasa... aunque en peores plazas hemos toreado.