¿Has visto esa película española, dirigida por Berlanga allá por los ’50, sobre un pueblecito en el que se espera con ansia y alegría la visita de unos americanos? Se pasan todo el tiempo de preparativos: decoran el pueblo, se inventan una canción, buscan entretenimiento para ofrecer... y al final los americanos pasan de largo... y la ilusión puesta se desvanece... y todo vuelve a ser como antes tras lo que pudo ser y no fue. Entonces te da pena ver como esos pobres ‘catetos’ de pueblo se quedan con cara de tonto, con la misma que tengo yo ahora solo que a la mía se suma la pena.
Para el pasado jueves yo esperaba, también con ansia y alegría, la llegada de mi primera visita: un amigo americano que venía con su hijo. Según el plan llegaban a Londres desde Los Ángeles y luego directos a la estación de Oxford justo a tiempo para que fuera a buscarles después del trabajo y acompañarles al hotel. Me confortaba especialmente recibirles porque es de agradecer que, de dos días que iban a pasar en el Reino Unido, quisieran venir a verme a mí, con todo lo que hay para ver en este país. Como estarían tan poquito, ya había pensado un montón de cosas para aprovechar el tiempo y la compañía: lugares para visitar, sitios para ir a comer bueno-bonito-barato, gente interesante para presentarles... Incluso gasté (gustosísimamente) un día de mis vacaciones para poder estar más tiempo con ellos el viernes. Sin embargo, tal visita al final no llegó debido a unos repentinos problemas de salud: mis ilusiones con los americanos se esfumaron como las de los pueblerinos de la película.
Así que por eso en mi cara de tonto se acomoda también la pena. Tendré que esperar no sé cuánto tiempo más para poder volver a verle. Al menos aquellos pueblerinos no conocían a sus americanos.
4 comentarios:
Hola Rafa!!Cuánto tiempo!!, bueno no te preocupes por tus amigos americanos, seguro que ellos se han llevado tanta desilusión como tú. Por cierto, que me alegro de que todo te vaya muy bien, a pesar de todo lo padecido este mes, que ya he leído que ha sido muy ajetreado y con muchs despedidas. Fisicamente unos van y otros vienen, lo que cuenta es que siempre estemos en el corazón de aquellos que nos importan y a los que importamos.
Un abrazo!!
Pobrico míoooo, por lo menos tú no salías con la trompetilla a gritar al balcón y no compusiste una canción ¿no? Ya irán otro día a verte, un besote guapo
Hola lhourlloupe. Sí que hacía tiempo que no te leía por aquí y me alegro mucho de saber que sigues visitándome. Mi amigo americano y su hijo sí que se han llevado una desilusión también, sobretodo porque el problema gordo lo tiene él, aunque ya me ha dicho que se está recuperando. Y por lo demás, sí, este ha sido un mes muy ajetreado y en el que, para colmo, me estoy gastando mucho más dinero del que gano y estoy en números rojos : durante medio mes he pagado dos casas, les he comprado un montón de cosas a Chao y Vanessa (es que con esos precios...), he tenido que dejar la fianza para mi nueva casa, me tengo que comprar una bici ya... ¡y el próximo sábado tengo que pagar ya el mes de Julio! Ya sé que el dinero no da la felicidad, pero lo que da es una sensación tan parecida que, chic@, apenas se nota la diferencia, jajaja. No, en serio, que no cambiaba yo mo blog ni por todo el oro del mundo ¡con lo feliz que me hace escribirlo y que lo leáis! Un beso y un abrazo.
¡Hola Chachi! Bueno... lo de salir a gritar al balcón y la canción no lo iba a hacer, pero me había comprado una trompetilla de infantería guapísima, jejeje. A lo mejor la puedo estrenar después de Navidades porque igual vienen en esas fechas al Reino Unido y les podré ver si sigo por aquí. Por cierto, ¿tú te sabías la canción, no? ¿¡Me la escribes y así la tengo para la próxima vez?!
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