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8 ene 2013

2012: Fuera de control

Se nota que el tiempo pasa. No sé si alguna vez lo he comentado en el blog -seguro que charlando con amigos sí- pero para mí los años empezaban a contar desde Septiembre. Con la inercia de la vida estudiantil y posteriormente trabajando en la universidad, para mí las vacaciones de Navidad no representaban un corte significativo. Era el verano lo que marcaba el punto de inflexión, un antes y un después. El cambio de año académico era el momento de pararse a pensar en el pasado y mirar hacia el futuro. Pero ya hace años que abandoné ese tipo de vida y el verano pasa desapercibido sin largas vacaciones (más bien atomizadas como un archipiélago de múltiples islitas de días libres y escapadas). Ahora son las dos semanas de vacaciones de Navidad lo que supone un vacío de rutina suficientemente significativo como para pensar en el antes y el después. Escuchar los grandes éxitos de Henry Mancini (que no son pocos) me inspira a escribr esta ya "tradicional" entrada para repasar lo que fue el año que ha terminado.

Acabé 2011 con letras de oro y la incertidumbre de si las cosas podían ir a mejor. Vaya que si han ido... Creía que 2012 sería más tranquilo porque no pensaba que pudiera ser más movido que el anterior. Pues me equivoqué. Aparte de todo lo que he viajado -de nuevo confirmo que mis alas son más fuertes que mis raíces-, el año pasado ha sido movido especialmente en los aspectos más emocionales y sentimentales. Esto no ha ocurrido siempre para bien, porque el que siente se expone al sufrimiento; pero en conjunto creo que solo extraigo conclusiones útiles y experiencias positivas.

En 2012 me he abandonado un poco y me he dejado llevar. No sé si no he sido muy yo o, por el contrario, he sido más yo que nunca. El hedonismo ha sido mi bandera durante buena parte del año, al menos hasta los últimos meses en los que el desgaste ya se ha hecho patente. Me lo he pasado de muerte y he estado eufórico la mayor parte del año, pero esa euforia ha sido creada por situaciones diferentes a lo que yo podría imaginar. Así que entre mis propósitos para 2013 entra el equilibrar radicalmente (aunque suene contradictorio) esos aspectos de hedonismo y mortificación. Creo que el equilibrio es más propio de mí que el desenfreno o la autodisciplina férrea.

Dejarte pasar un tiempo fuera de control no es malo en absoluto, pero llega un momento en el que tienes que recuperar la cordura antes de que sea demasiado tarde y acabes estampado contra una pared.

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