La oveja arco-iris de la familia
Hace ya más de dos años que me declaré bisexual. De hecho, hace tres que empecé a considerar la posibilidad de sentirme atraído por otros hombres; lo probé, no me disgustó y decidí seguir explorando esta senda. He estado una temporada entre ambas aceras, pero no me he sentido cómodo del todo. Ser bisexual es algo que me ha resultado difuso, indefinible, algo que oscila demasiado para mí. Y con el paso del tiempo, me he visto definitivamente más a gusto en una que en la otra acera. Es difícil de explicar en una simple entrada de blog todo lo que ha ocurrido durante estos tres años, pero aquí lo intento.
Cuando comencé con esto no sabía lo que iba a encontrar dentro de mí. En realidad, ya he visto que no ha cambiado nada en lo que concierne al aspecto racional. No cambia mi forma de ser ni de pensar, mis opiniones ni gustos sobre casi nada, salvo por la natural evolución que todo ser humano experimenta con el paso del tiempo; nadie es igual ahora que hace tres años... ¿o sí? Sin embargo, en el aspecto instintivo más que racional, en lo mental más que cerebral, en mis sentimientos más que mis pensamientos, los probables cambios eran desconocidos... Cuando comencé con esto tampoco sabía qué me iba a encontrar fuera de mí. Ignoraba la forma y el contenido de ese nuevo entorno por explorar, qué o cómo iba a ser. Llegaba el momento de meterse, más de lleno que despacito, en una nueva cultura absolutamente desconocida. Aprender un nuevo vocabulario, costumbres, lugares, eventos, problemas, soluciones, ideas, iniciativas, códigos y comportamientos sociales... Cuando comencé con esto tampoco sabía quién me iba a encontrar a mi alrededor. No conocía a nadie en mi situación ni que tuviese más conocimiento del que yo mismo tenía. Sabía que poco o casi nada tenía en común con las personas abiertamente homosexuales que yo conocía por los medios de comunicación: leyendas, historias, películas, noticias, chistes y el mariquita de turno haciendo la gracia con su acento peculiar moviendo las manos cual molino de viento. Algo que definitivamente no iba conmigo. No sabía casi nada sobre ese grupo de personas, cómo iba a encajar yo, quiénes exactamente lo componían...
He aprendido, y sigo aprendiendo. Las personas que me estoy encontrando a mi alrededor y son de una u otra forma parte de esta experiencia son excepcionales y me enseñan algo nuevo cada día, aunque no se den cuenta: Alex, Amaury, Brendan, Brian, Brian G., Dani, Dave, David, Edu, Hans Martin, Iain, Iñaki, Josep, Josu, Kile, Martyn, Matthias, Michael, Nicholas, Paul, Ray, Rick, Rubén, Steve... He aprendido, de primera mano, que ser homosexual no conlleva necesariamente... nada. ¡No conlleva nada! La comunidad LGBT es tan variada y tiene un abanico tan amplio de personas y personalidades como las personas heterosexuales, o incluso más. No tienen (tenemos) casi nada en común como grupo, excepto lo obvio. Y entre ellos he encontrado mi hueco, y encajo. ¿Cómo no iba a hacerlo si no es más que parte de una sociedad en la que ya encajaba antes? Soy tan gay como Paco Clavel o el juez Grande-Marlaska, ni más ni menos (¿que no sabías que también hay jueces gay?). He aprendido que fuera de mí las cosas son mucho más divertidas y fáciles que antes. Todo es nuevo y soy libre de hacer lo que quiera, ir a donde quiera, pensar lo que quiera. No hay normas ni patrones por las que regirse; sólo una parte del mundo hasta ahora desconocida llena de posibilidades, cultura y diversión. Y me estoy divirtiendo mucho explorando esa parte del mundo, con todo lo bueno y lo malo que tiene. Pero lo más importante que he aprendido es lo que hay dentro de mí. Definitivamente creo que me siento más cómodo en lo que respecta a los sentimientos, lo irracional, lo que no se puede controlar. Creo que esa es la diferencia entre una opción sexual y las demás: el hecho de que otras personas puedan despertar ciertos sentimientos. Sentimientos del tipo afectivo, diferente a amigos, diferente a familia. Sí, todavía puedo seguir apreciando la belleza en las mujeres, por supuesto. Pero ya no busco acercarme a ellas de ese modo ni espero hacerlo en el futuro. Espero algún día encontrar un compañero masculino para una relación duradera en cambio. Por lo tanto, eso me convierte en gay. Hace un par de años asomé la cabeza y ahora estoy saliendo completamente del armario, ¡disparado!
Así que aquí estoy y allá voy, dándolo todo como una Miss, como dice un compañero de trabajo (aunque él lo dice con más gracia y le queda mejor que a mí la metáfora). Tal vez debido a mi carácter perfeccionista, prefiero ser un perfecto homosexual que sólo un mediocre bisexual.
6 comentarios:
Wapeton!
Los que te conocemos te queremos tal y como eres, y eso es algo que nunca cambiará, independientemente de que te gusten los chicos, las chicas, o ambos. Lo importante es que encuentres a una persona especial, que te llene y te haga feliz, qué más da el sexo! Tu busca tu felicidad, que hasta el momento no lo estás nada mal, en ningun aspecto.
Un Besote Gigaaaaaaaaante!!!!!!!!!
Hola Nekane. Gracias por el mensaje y el beso gigante :-) Me hace gracia eso de que hasta el momento no estoy haciendo mal lo de buscar la felicidad. Creo que precisamente yo soy feliz buscando la felicidad, y espero no alcanzarla nunca (qué paradoja). Creo que es un proceso, más que un fin. No sé si me explico, ¡jaja!
Grandioso. Yo ando en la búsqueda de la persona, he encontrado a algunas, y creo que ya he dado con él. Yo también me encontré muy cómodo con mis sentimientos,me ha encantado tu entrada.
Saludos
Gracias por el comentario. Me alegro de que te haya gustado la entrada pero sobretodo de que te encuentres cómodo con tus sentimientos :-) Bienvenido al blog.
me encanta tu arco iris rafa!!y tu manera de explicarlo!!
Me alegro, porque no es nada fácil explicar estas cosas de forma que la gente lo entienda :-)
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