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21 ago 2012

Felices kilómetros


No es esta la primera vez que escribo una entrada (que más tarde postearé cuando tenga ocasión y conexión) desde un aeropuerto o un tren con destino a Berlín o algo así. Bueno, adonde este tren me lleva es de vuelta a Frankfurt después de un gran fin de semana en Zurich. Y como en las anteriores ocasiones, no es que esté esperando a sentarme quieto en un tren o en una sala de espera para que me visiten las musas y escribir algo sensato. Es que poco tiempo tengo en casa entre una cosa y otra... eso cuando paro por casa. Así que aprovecho estas horas muertas para darle a la tecla. Si me preguntas cuál es el sitio más raro en el que he estado últimamente, te diré que mi apartamento, ¡jajaja¡ Desde mediados de Junio y hasta mediados de Septiembre, habré estado en Frankfurt sin nada que hacer un total de dos fines de semana. Bueno, “sin nada que hacer” no, porque en realidad tengo muchísimo que hacer, todo lo que no hago durante el resto del tiempo. A mis ya habituales visitas a Colonia y Berlín, hay que añadir ahora Zurich, 10 fabulosos días que pasé en los Estados Unidos en muy buena compañía (Nueva York, Nueva Inglaterra y Provincetown), y mi visita anual “obligada” a Manchester, que este año va a ser brutal. Pero vayamos por partes...

A Colonia sigo yendo de fiesta y visitar amigos. Además he ido un par de veces con la bici en el tren para aprovechar y darme unos buenos paseos con el gran Robert, un entrañable amigo y excelente guía muy aficionado a la bicicleta. En Berlín también tengo amigos que visito asiduamente; ha sido la segunda vez este año y pronto habrá una tercera y tal vez cuarta (los chicos del baloncesto quieren ir a un torneo). Fui para ver uno de los conciertos que más ganas tenía de ver en mi vida: Desechos. Son una pequeña banda de Madrid a quienes idolatro desde hace 10 años en su anterior etapa (conocidos como Hechos Contra El Decoro) y no había tenido aún oportunidad de ver desde la noche que los conocí en un concierto de fiestas de Vitoria allá por la entrada del presente milenio. Memorable el concierto y lo majos que fueron conmigo cuando les conté la anécdota.

Lo de Estados Unidos fue algo inesperado y apenas planeado, una invitación irrechazable para visitar un poco de la zona Noreste. Allí me planté, primero en la ciudad de los rascacielos, luego en la tranquila Portland (Maine) para saborear la típica langosta local y por fin Provincetown, un pequeño pueblecito costero muy cerca de Boston y con mayoría de visitantes y población gay. Se celebraba uno de los mayores eventos para osos de los Estados Unidos y allí nos fuimos mi amigo Paul y yo, de cabeza. Ni que decir tiene que el pueblo era precioso (como todos los de esa costa) e hizo un tiempo buenísimo, igual incluso demasiado calor para mí... Pero de vacaciones no importa tanto. (Fotos, sí, ya sé, ya sé...)

En Zurich he estado pasando el fin de semana en compañía del amigo con el que estuve en Estados Unidos, Paul. Tiene que viajar mucho por trabajo, así que genial para vernos aquí y allá. Tenía muchas ganas porque nunca había estado en Suiza. Me da pena que sea verano y además haya hecho tanto calor porque no pegaba nada comer una fondue, con la ilusión que me hacía... Suiza tiene que molar en invierno, con un buen chocolate caliente. Pero qué bonita y qué maravilla de ciudad es Zurich, por Dios. Y el fin de semana próximo toca Mánchester. Se celebra el orgullo y me muero de ganas de ir allí a la fiesta, a ver la gente, mis amigos, más fiesta y más amigos y más gente. Me da igual que haga malo, yo voy predispuesto a pasarlo de muerte y punto.

Los fines de semana que me quedo en Frankfurt generalmente no están tampoco faltos de diversión y motivos de celebración por tal o cual evento, el orgullo gay y una visita familiar que llegará pronto y con ganas: mi sobrino mayor, mi hermana mayor y mi madre. ¡Bieeeeeeen! Tuve dos, que los conté, sin nada programado y en los que al menos pude descansar e ir a mi ritmo (porque no te pienses que tanto viaje me deja descansado). Por lo demás, siempre ocupado y siempre contento.

Al verano aún le queda un mes que pienso aprovechar al máximo y luego llega el otoño. Seguramente será más tranquilo que esta gloriosa época estival que me estoy regalando, pero quieto del todo no me voy a estar. Eso lo sabemos, tú, yo, mi mochila y mis tarjetas de pasajero frecuente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Du bist aber hübsch!

Rafael MJ dijo...

Danke :-)