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29 ago 2014

No me gustan las despedidas

Pues ya está, hoy ha sido mi "último día trabajando en Nintendo". Lo pongo todo entre comillas porque mi último día fue ayer en la práctica y porque total ya no tenía nada que hacer y estaba libre de proyectos desde la semana pasada. Hoy muchos compañeros y yo sólo hemos tenido que ir para estar allí un rato, despedirnos de la gente y marcharnos a casa. Creo que antes de las 11:00 ya estaba fuera. En realidad yo no me he despedido de mucha gente. No me gusta decir adiós. Bueno, lo que no me gusta es el drama del momento. Sólo me gusta cuando hay alegría, sonrisas, fiesta... Pero para llorar, pues no. Además, yo creo que seguiré en contacto con muchas de las personas que me importan, especialmente en este mundo superconectado en el que vivimos.

No es la primera vez, y posiblemente no será la última, que me voy de una
ciudad, aunque algún día tendré que asentarme, digo yo... Me fui de Vitoria pero no me fui de las vidas de la mayoría de mis amigos allí ni ellos de la mía. Nos vemos menos, pero nos vemos. Lo mismo pasó con Oxford, con Mánchester y lo mismo va a pasar con Frankfurt. Tampoco soy alguien que eche mucho de menos a las personas. No sé si es bueno o malo o soy un monstruo sin sentimientos, pero es cierto que me acostumbro pronto a las nuevas circunstancias y siempre miro hacia adelante, a ver qué es lo siguiente.

Sin embargo, no soy de acero y las cosas no son simples ni agradables. Me duele tener que dejar el trabajo y mis compañeros en estas circunstancias porque no ha sido decisión mía. He tenido la oportunidad de trabajar en una empresa muy grande, mundialmente conocida, de hacer un trabajo más o menos divertido y nuevo para mí. He podido ver el impacto directo en la sociedad (adoro ir por la calle y ver a alguien con su consola). Pero lo mejor de todo, sin duda y por goleada, ha sido la gente que he conocido allí.

Mis compañeros de trabajo se han convertido en una parte fundamental para entender lo feliz que he sido en una ciudad en la que da la sensación de que poca gente es feliz. La motivación que me han dado esos compañeros durante 4,5 años para levantarme cada mañana e ir a la oficina para verles, hablarles, escucharles, reírnos y trabajar juntos en algo es indescriptible. ¡La mejor droga que he probado nunca! Pero su aportación no se ha limitado al trabajo: me han hecho mejor persona. Mucho de lo que soy hoy, se lo debo a ellos. Gracias por los 4,5 años que me habéis regalado porque sois lo mejor que me ha pasado en este tiempo: Ana, Iñaki, Amaury, Álex, Carlos, Cris, Dani H., Dani P., David N., Diego, Edu, Emilien, Estíbaliz, Gunnar, Javier, Iván, Marc, Margherita, María, Mari, Marzia, Nacho, Nuria, Rubén, Sebastian, Silvia y tantos otros en menor medida. Chicos, no me gustan las despedidas, pero me encantan los reencuentros.

4 comentarios:

Iñaki dijo...

Muy grande esta entrada!! Yo también soy de los que se acostumbran rápido a los cambios, así que te entiendo. Y en mi caso, da igual que pase tiempo, es como si hubiera visto a esa persona ayer, así que espera risas y cotilleos cada vez que nos veamos!

Rafael MJ dijo...

¡Buff! Nuestros reencuentros prometen ser apocalípticos... Besos,cari ;-)

Arantza dijo...

Hola Rafa, veo que sigues bien. A mí tampoco me gusta el dramatismo de las despedidas. Un besote y nos vemos!!

Rafael MJ dijo...

Ya te lo he notado cuando nos hemos no-despedido ;-) Besos.