Marchando hacia las brillantes luces de Manchester

El viernes pasado me tomé los últimos tragos con mis amigos. Fue mi despedida oficial y muchas personas que han sido parte de estos dos últimos años vinieron a decir adiós. Me hizo muy feliz verles allí e igualmente feliz aquellos que no pudieron venir pero me mandaron e-mails, mensajes de texto o me llamaron. Fue una noche normal, no una gran fiesta. Nada que no hubiera hecho en un viernes normal pero esta vez con más gente; ¡con todos juntos!

El resto del fin de semana ha sido tranquilo pero bastante ocupado. Pasé casi todo el sábado enviando currículums y solicitudes de empleo. Hoy domingo finalmente he quedado con la primera persona con la que estuve viviendo cuando llegué a Oxford: Vanessa, mi casera y compañera de piso china junto con Chao. Él no ha podido venir esta vez pero hemos estado un rato hablando por teléfono. También he conocido a mi adorable "sobrina china" de 6 meses de edad, Rachel. ¡Es tan guapa! Ha sido bueno quedar en mi último día con aquellos que fueron las primeras caras amistosas que conocí.

Y ahora, Domingo por la noche, mis compañeros de casa me han regalado una camiseta para despedirme. Y casi lloro, porque yo soy un hombre que llora. Miro a mi habitación y todo está ya empaquetado, listo para mañana por la mañana. Me marcho hacia las brillantes luces de Manchester. Oxford se acabó, aunque los recuerdos, los amigos y el deseo de volver a visitarlo estarán siempre conmigo. Pero ahora tengo muchas ganas de ver qué es lo siguiente.